El remanso, un camino de fe y esperanza
Mientras caminas buscando la luz que destella a lo lejos, sintiendo que el destino toca a tu puerta, tratas de interpretar los designios que a tu vida tocan.
Sientes a nuestro señor en lo más profundo de tu corazón, iluminando el gozo interno que nos da su presencia. Siempre lo has tenido contigo y te das cuenta, sigue sorprendiéndonos; que fácil es invocarlo, a flor de labio lo tenemos siempre y en los momentos más difíciles nos da su gozo.
Muchas veces sentimos que nuestra vida cambia, hemos luchado por conseguir metas, buscando quizá sobresalir en el mundo mortal; dando gran importancia a los valores vanos descuidando nuestra fe, lo único que realmente llena nuestro corazón con la sal de la vida, es ahí cuando empezamos a sentir insípida nuestra existencia por la falta de esa sal; comprendemos entonces, que no hemos dado todo lo que pudimos a los seres que amamos, padres, hijos, hermanos, esposos y amigos.
La espiritualidad de la vida, esta en como elegimos vivirla, en la forma que aprendemos a querer a nuestros semejantes no importando su clase ó religión, siempre y cuando acepten a nuestro señor como único juez supremo en la existencia tangible e intangible.
Lloramos al nacer, y nos lloran al morir; pero de nosotros depende vivir llorando ó llorar viviendo. Ya que las lagrimas de gozo son lagrimas del alma.
He ahí, el mensaje que permite distinguir la belleza de la envidia; la salud de la enfermedad, la bondad de la maldad, acrisolando la verdad sobre la mentira de todos aquellos que pernoctan en la oscuridad del camino fácil.
Cuando sientas que tu vida cambia, solo por el hecho de que has vuelto a nacer, sí; a nacer sobre los cimientos de una actitud firme y positiva de lo que realmente quieres en la vida, donde los temores fundados ó infundados por la influencia humana, se conviertan en el acicate que profundiza el surco por donde soslayarás tus resquemores, atizando el fuego que consume los vestigios de sinsabores provocados por la indolente inseguridad del ser humano.
Llego el momento de sentirnos "solos", hemos luchado toda una vida por rodearnos de una familia amorosa, de un esposo ó esposa cariñosa y de unos hijos que sean la luz de nuestra vida; nuestra casa cómoda y una estabilidad económica aceptable de acuerdo al sacrificio que hemos hecho para conseguirlo. Pero algo nos inquieta sentimos que las bases de nuestra lucha se estremecen y lo que considerábamos seguro tiembla como lo hace la tierra al momento de un sismo considerable; y un vacío se acrecienta en nuestras entrañas, un frío sinuoso recorre todo nuestro ser y por mas acompañados que estemos nos toca; una semilla que empieza a germinar en nuestro corazón, encontrando el terreno más fértil que existe, abonado por los sentimientos de cansancio emocional le han dado el nombre: SOLEDAD.
Pero aún así, nos resistimos a creerlo muchas veces luchamos por escapar tratando de darle otros nombres, depresión, y el famoso y novedoso estrés... Psicólogos, doctores y toda una gama de especialistas en medicina pueden recetar las mil y una medicinas; pero tarde ó temprano comprendemos que son solo un paliativo. Si no somos lo suficientemente capaces de hacernos un diagnostico interno e identificar cuales son las razones claras de nuestro mal.
El remedio, el milagro lo hemos tenido siempre a nuestro alcance, como la han tenido a través de los siglos generaciones de seres humanos que no han sabido comprender la terrible enfermedad que les aqueja, razón por la cual se han generado guerras, muerte y destrucción. Muchas de ellas hasta en nombre de la fe.
Ha llegado el momento de ver retrospectivamente en el fondo de nuestro ser; de dejarnos guiar por esa luz que se manifiesta cada vez más en nuestro corazón, demostrarnos a nosotros mismos que podemos hacerlo que nuestros esfuerzos por comprender un cumulo de interrogantes liberan el nudo que nos oprime.
Ve, sigue tu instinto deja que ese sentimiento de paz y tranquilidad que empiezas a conocer inunde tu corazón y enaltezca tu espíritu... sabes donde puedes alimentar la inquietud que te atormenta y saciar la sed que te consume.
Un alma sin fe, ni esperanza es un cuerpo sin vida ni espíritu.
Jorge E. Arévalo C.
Octubre de 2,002